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jueves, 7 de octubre de 2010

XXV ENCUENTRO NACIONAL DE MUJERES

PARANÁ 09, 10 y 11 de octubre de 2010

Los Encuentros Nacionales de Mujeres empezaron en 1986 y continúan hasta hoy. Año tras año las mujeres de todo el país nos reunimos para lograr que las voces de miles sean escuchadas a través de una modalidad horizontal, abierta, democrática y participativa. Son la expresión más importante de las luchas que venimos desarrollando desde nuestros lugares de inserción: fábricas, talleres, casas, barrios, escuelas, hospitales, universidades, ciudades. En ellos intercambiamos las experiencias entre todas las mujeres de un punto a otro del país. Los Encuentros Nacionales de Mujeres empezaron en 1986 y continúan hasta hoy. Año tras año las mujeres de todo el país nos reunimos para lograr que las voces de miles sean escuchadas a través de una modalidad horizontal, abierta, democrática y participativa. Son la expresión más importante de las luchas que venimos desarrollando desde nuestros lugares de inserción: fábricas, talleres, casas, barrios, escuelas, hospitales, universidades, ciudades. En ellos intercambiamos las experiencias entre todas las mujeres de un a otro del país. Somos miles las que vamos visualizando que la situación de opresión en nuestras vidas cotidianas no es un destino. Y lo hacemos a través de un práctica que contradice la práctica social impuesta a las mujeres y es en los talleres de los Encuentros donde se recuperan las voces acalladas. En diferentes lugares del país las mujeres nos organizamos y trabajamos para poder participar de estos Encuentros. Para eso realizamos diferentes tareas con el fin de solventar parte de los gastos, (traslado, comida, difusión), y realizar actividades tendientes al debate y difusión de estos Encuentros, organizando a su vez Encuentros Regionales, paneles, cursos o talleres sobre problemáticas específicas. Esta modalidad permite que las mujeres trabajadoras de los más diversos sectores, de zonas rurales y pueblos originarios sean protagonistas principales del cambio que les compete como mujeres en la sociedad actual. Los Encuentros Nacionales a pesar de ser autofinanciados (a partir del cobro de una inscripción de muy bajo costo para que esté al alcance de todas las participantes) necesitan de la colaboración de organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales, de las instituciones, comercios, empresas, cooperativas, gremios, de los organismos oficiales nacionales, provinciales y municipales y de todos los ciudadanos, sin que eso implique ningún tipo de condicionamiento.
Pasaron de 1.000 a 35.000 participantes y se constituyeron en un fenómeno único en Latinoamérica y el mundo. Silenciado por los medios nacionales se difundieron hasta en lugares impensados. Resisten los intentos de condicionarlos, de direccionarlos, de dividirlo y romperlo.
Nosotras, las mujeres, somos las responsables de esta experiencia, de la que en todo el mundo no hay precedente. Nadie ni nada ha podido impedir que nos encontremos. Los encuentros siguen vigentes porque las urgencias de las mujeres jamás fueron urgencias de los gobiernos…Los encuentros siguen vigentes porque siguen vigentes las violaciones a nuestros derechos. A mayores derechos avasallados es mayor nuestro desafío, es mayor la necesidad de unirnos en la lucha por lo que nos merecemos.

MUJERES Y LA UNIVERSIDAD:

Sabemos que cuesta hoy a todos poder estudiar, pero parece que a nosotras, las jóvenes universitarias, las cosas se nos complican más, sólo por ser mujeres
La mayoría de las mujeres, al encontrarnos entre las clases explotadas y oprimidas, sufrimos una doble opresión: de clase, por ser parte del pueblo, y de género, por ser mujeres.


Las estudiantes universitarias somos trabajadoras, madres, amas de casa y jóvenes. Si quedamos embarazadas no hay prórroga especial para las materias, y cuando somos madres, muchas veces tenemos que dejar la carrera porque no hay un jardín maternal a nuestra disposición.
Nuestros problemas específicos están claramente incluidos dentro del ahogo presupuestario impuesto por el matrimonio k y no se tiene en cuenta dentro de los contenidos de las materias y los planes de estudio por ser un tema profundamente ideológico.
Además, históricamente el trabajo social es una profesión ligada a las mujeres, y con ella a la portación de "valores" atribuidos a nosotras como la bondad, el instinto maternal, la dedicación, el amor, y a la asignación de roles como el equilibrio emocional y afectivo de la familia o el rol reproductivo. Actualmente esta matriz del trabajo social sigue vigente, lo podemos ver a través del género, no es casualidad que en nuestra carrera ingresen solamente cuatro hombres sobre 90 mujeres



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